
Se golpeaba la barbilla mientras miraba por la ventana, muy pensativa. Al principio me impresionó verla, era demasiado madura como para ir por si misma a una de estas ridículas fiestas.
-Hola- Ella me miro de reojo, luego sonrió y se giró del todo.
-Hola Emilio- Agarro uno de sus mechones de pelo y empezó a retorcérselo.
-Eres la ultima persona que esperaba encontrarme aquí- Dije con la sonrisa mas creíble que se pudiese formar.
-Ya, bueno... ya sabes como son estas, siempre quieren arrastrarme a estos sitios- Se quedo mirándome a los ojos, yo por otra parte me perdí contemplando su extenso pelo. Lo tenia largo y rojizo. Siempre muy sedoso, me encantaba tocarlo. A menudo bromeaba con eso: le pedia que se viniese a vivir conmigo solo para poder ver ese maravilloso pelo todas las mañanas.
Nos sumimos en el silencio. Dejo de retorcerse el mechón de pelo y su mano descendió lentamente hasta dejarla colgando. Abrió la boca ligeramente mostrando la punta de sus palas. Los labios que lucia iban bañados en carmín. Ni a ella ni a mi nos gustaba como le quedaba el pintalabios, siempre me pareció mucho mas atractiva a lo natural.
El cruce de miradas se prolongo unos dos minutos, recuerdo que pestañee y ella se rió.
-Jaja! He ganado- Enarque la ceja y me perdí en su mirada. Que triste eso de estar enamorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario